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¿Sabías que el Ejercicio Físico te ayudará muchísimo si Sufres Trastorno disfórico premenstrual?

Para comprender el trastorno disfórico premenstrual es conveniente definir primero el síndrome premenstrual, que consisten en un grupo de trastornos y síntomas relacionados con el ciclo menstrual.

Ambos problemas se manifiestan solo durante los años de fertilidad.

En la mayoría de mujeres que los sufren, la edad oscila entre los 35 y 40 años y se prolonga hasta la menopausia.

Síndrome premenstrual

El síndrome premenstrual es un complejo desarreglo de índole psicológico, neurológico y hormonal, que da lugar a una sintomatología física, emocional y de comportamiento que surgen al final de la fase luteínica (entre 7 a 10 días antes de la menstruación)

Los síntomas varían de un ciclo a otro, son diferentes en cada mujer y desaparecen al comenzar el flujo menstrual.

Este síndrome no afecta a todas las mujeres, pero entre un 85-90% experimental al menos algunos de los síntomas aunque no alcancen el nivel suficiente como para considerar tratamiento médico.

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Trastorno disfórico premenstrual

Este trastorno es una grave variante de los trastornos emocionales provocados por el síndrome premenstrual.

Los síntomas del trastorno disfórico premenstrual superan con creces a los considerados como habituales y van más allá del control de quien los sufre.

Los cambios anímicos son tan notables que pueden llegar a interferir en las relaciones sociales o laborales.

Estos síntomas se producen cuando el cerebro no es capaz de mantener su equilibrio químico habitual durante la fase luteínica.

Se trata de un problema de índole hormonal y bioquímico, es decir, es una afección médica reconocida y no una enfermedad mental.

En general, la sintomatología es parecida al síndrome antes mencionado, pero se diferencia en las graves alteraciones anímicas que sufre la afectada, a continuación se reflejan los numerosos síntomas que engloba este trastorno.

Síntomas del trastorno disfórico premenstrual

Psicológicos

  • irritabilidad, agitación,
  • falta de control,
  • sensación de agobio,
  • hipersensibilidad emocional,
  • ansiedad, nerviosismo,
  • ira, furia, hostilidad,
  • escasa concentración,
  • confusión, olvidos,
  • dificultades para tomar decisiones,
  • tristeza, depresión,
  • letargo, fatiga intensa,
  • insomnio,
  • deseo de estar sola,
  • baja autoestima,
  • tendencia al llanto,
  • melancolía.

Neurológicos y vasculares

  • dolor de cabeza,
  • vértigo,
  • desvanecimientos,
  • adormecimiento, hormigueo en brazos y/o piernas,
  • palpitaciones,
  • tendencia a sufrir contusiones, torpeza,
  • espasmos musculares.

Retención de líquidos

  • aumento cíclico de peso,
  • edema en tobillos, pies y manos,
  • hinchazón y dolor en las mamas,
  • menos producción de orina.

Problemas cutáneos

  • acné,
  • agravación de herpes u otras enfermedades cutáneas,
  • neurodermatitis (picor e inflamación).

Gastrointestinales

  • hinchazón,
  • náuseas, vómitos,
  • calambres abdominales,
  • estreñimiento,
  • pesadez pélvica.

Otros

  • infecciones o alergias respiratorias,
  • conjuntivitis o molestias visuales,
  • ansia de comer,
  • menor o mayor deseo sexual,
  • sofocos,
  • calambres menstruales.

Cómo se evalúan los síntomas en el Trastorno disfórico premenstrual

Para que un médico pueda evaluar correctamente toda la sintomatología y proponer el tratamiento oportuno, te recomendará que lleves un diario de los síntomas que te afectan y en qué nivel lo hacen.

Hoy en día existen numerosas aplicaciones móviles que te permiten llevar la cuenta de tu periodo de menstruación y apuntar las sensaciones y todo aquello que consideres para una posterior evaluación por tu médico.

Cómo te puede ayudar el ejercicio físico

Son varias las razones por las que el ejercicio físico puede ayudar en este transtorno disfórico premenstrual:

  • Con la práctica del ejercicio físico se generan endorfinas, que es una hormona que genera un estado de bienestar, reduce la depresión y ayuda a aliviar los síntomas del trastorno.
  • Ayuda a a aumentar la energía en el día a día, tanto a nivel físico como mental, lo que hará que se manejen mucho mejor las situaciones de estrés.
  • Disminución de la hinchazón, debido a los requerimientos del organismo al poner en movimiento la estructura muscular.
  • Ayuda a «quemar» calorías y estimula la producción de la hormona de crecimiento.
  • El ejercicio físico evita que la estructura muscular se deteriore, proporcionando un cuerpo más funcional.
  • Se reduce el apetito.
  • El ejercicio físico disminuye los riesgos de salud derivados del sedentarismo, tales como sobrepeso, hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
  • La práctica habitual de ejercicio físico conjuntamente con una alimentación adecuada, es la mejor forma de mantener el peso bajo control.

El ejercicio físico es uno de los mejores remedios para estas dolencias, eso sí, siempre es conveniente ponerse en manos de profesionales especializados, que puedan establezcan las pautas de entrenamiento adecuadas, basándose en las particularidades de cada persona.

El éxito del ejercicio físico figura en administrar la cantidad adecuada y en la forma precisa, es decir, aplicarlo en su justa medida, la individualización, como si fuera un medicamento, ni en exceso ni en defecto, de ahí la importancia de contar con ayuda, al menos al principio.

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